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Foto del escritorDayana Oliveros de Cohen

9 hábitos para tener un estilo de vida sin gluten ni lácteos y seguir disfrutando

Como madre, es importante para mí tener una vida sana y equilibrada. Por eso he elegido llevar un estilo de vida sin gluten y sin lácteos. A veces puede ser un reto, pero para mí vale la pena porque me permite sentirme mejor y disfrutar de la vida. En esta entrada del blog, compartiré algunas de las cosas que he aprendido sobre el estilo de vida sin gluten y sin lácteos. Espero que te sirva de ayuda




Dicen que la sensibilidad o la intolerancia al gluten, los lácteos y otros tipos de alimentos no es una moda pasajera. ¡En realidad es la solución para muchas dolencias!


Mis amigos expertos me corregirán, pero creo que esto puede ser cierto en algunos casos, incluido el mío: Cuando dejé de consumir lácteos y gluten, mi vida y la de mi familia (en especial mis hijos) cambió. Los malestares cedieron, mi energía vital y estado de ánimo mejoró, las migrañas se fueron por completo, el constante dolor abdominal, en las articulaciones, y hasta el ciclo menstrual del que tanto sabes que hablo, se transformó para bien.


¿Y qué comer entonces?


Cada caso es diferente, pero te puedo asegurar que hay un espectro súper amplio de alimentación en donde no necesariamente tienes que invertir excesivas cantidades de dinero para poder eliminar lo que te hace daño o inflama.


En mi caso, y en el de muchas mujeres, este tipo de sensibilidades se empiezan a manifestar después de episodios de mucha transformación física como son los embarazos. A otras personas les ocurre antes o después, lo importante es la prevención, porque tu intestino y cuerpo en general te lo agradecerán, no hay que esperar a que suceda algo para cuidarte.


El miedo a sentirse perdido en cuanto a lo que se puede y no se puede comer es algo demasiado familiar para quienes han sido diagnosticados con la enfermedad celíaca o la sensibilidad a los alimentos. Pero quiero compartir mi experiencia, los hábitos que me han ayudado a integrarme en la sociedad más cómodamente sin dejar de seguir estas restricciones dietéticas - ¡que a menudo nos llevan por caminos interesantes!


Empezaré diciendo que había días en los que todo parecía imposible: ¿cómo iba a ser sabroso el desayuno? ¿Será bueno el almuerzo sin productos lácteos? ¿Y la cena de esta noche... se llevarán los sabores?). Hoy quiero compartirte un poco mi experiencia, hábitos que he tenido que incorporar, contribuir a expandir la conciencia sobre el tema para que hayan más sitios inclusivos y por supuesto, palabras de ánimo porque vivir sin gluten (y otros) ¡es totalmente posible!


En mi caso ser la única del grupo familiar que en estos momentos está presentando la sensibilidad, y el resto quiera comer en otro lugar en donde no hay nada para ti, ha sido el desafío más complicado hasta ahora, ¿por qué? Porque no todos en el grupo familiar les va a gustar la comida que tu comes, o lo que a ti te sabe bien, a otros puede que no. Definitivamente la parte social y más en una familia que ama explorar sitios nuevos y comer, ha sido retador. La clave ha sido negociar y también reconocer los lugares que tienen opciones para TODOS y dejarlos como favoritos.


Cuando empecé a planificar y a establecer rutinas en mi vida diaria que me ayudarían a ser capaz de ir sobre todo esto sin obstáculos me di cuenta que todo era mucho más fácil

Hay nueve hábitos que realmente han contribuido:


  1. Nunca dejar la comida al azar. Siempre llevo bocadillos o cosas que pueda comer en caso de que el lugar no esté preparado, al principio es un poco tedioso, pero como una mamá experimentada que ha tenido su cuota de entrenamiento por hacer esto mismo, sabes que no hay mucha más opción que ser minuciosa para asegurar que todo estará bien sin importar lo que pase después de todo...

  2. Cuando viajo, siempre me aseguro de tener una lista de lugares donde pueda pedir comida y una dirección o número de teléfono de cada uno. ¡Hay muchas aplicaciones que ofrecen entregas en caso de que nadie esté muy animado a probar gluten free food- esto ha sido especialmente útil en viajes en donde no tengo la comodidad de cocinar en casa.

  3. Siempre llevo conmigo mis suplementos y medicamentos en caso de emergencia. Afortunadamente, estoy preparada para cualquier cosa porque Mary Poppins nunca falla cuando más la necesitas.

  4. Comer antes de salir. Esta me ha costado, yo siempre he amado comer y de todo, para mí ir a restaurantes o cenas es un placer, una experiencia. Pues ahora me quedo con la experiencia pero dependiendo del lugar, prefiero comer antes. Si hay algo para mí, puede que lo pida, sino ya estoy tranquila y sin pasar malos ratos.

  5. Tener mi guión preparado con respuestas para “NO COMO GLUTEN NI LÁCTEOS“: parece chiste pero es anécdota, te toca lidiar con toda clase de comentarios, bien intencionados pero bastante tediosos: “¿Y qué comes?“. Dependiendo de mis ganas de socializar y paciencia, contesto: “Me alimento de aire“. También con los típicos: “SI ESTÁS FLACA, ¿PARA QUÉ QUIERES REBAJAR MÁS?“. Nuestra sociedad asume que todo es por una cuestión de vanidad y poco imaginamos que es por salud, pero nuevamente la respuesta corta es: “¡Suerte la mía que siempre seré flaca!“ (enfoco mi energía en lo que es realmente importante).

  6. Acepté mi nueva realidad. Definitivamente el hábito más complicado. Es un nuevo estilo de vida, que trae resultados increíbles. Vivir sin inflamación no tiene precio, pero en la aceptación radical está la clave. Tuve que aceptar que no siempre los sitios estarán preparados para mí, que no siempre podré disfrutar del postre, que probablemente me toque pedir “pollo o vegetales“ o “ensalada“ aunque en el menú haya una pasta que se vea espectacular. Desafortunadamente las veces que intenté engañarme diciendo “por una vez que lo haga no va a pasar nada“, si terminaba pasando y la recuperación era más difícil que enfocarme en comer con mi alimentación ya pre-establecida. También entender que no a todas las personas les gustará o les parecerá cómodo tener a un comensal con tantos requerimientos, dejar la pena a un lado y pedir lo que necesito, porque al final es para sentirme bien.

  7. Tener compasión conmigo misma: no soy perfecta, y también me salgo de las reglas. En especial con el tema alcohol: me encanta tomar una copa de champaña, me encanta un buen Moscow Mule, y cuando tengo la oportunidad de disfrutarlo, lo hago. Entiendo las consecuencias, y estoy muy clara que la realidad es que el alcohol intoxica el cuerpo, ¿para qué mentir? Es así. Siempre con moderación pero si le preguntas a los expertos, dirán que ni una sola gota. Asumo el reto y al día siguiente compenso con mucho líquido. Ya conozco mi cuerpo.

  8. Llevar una vida a mi ritmo y mucho más tranquila. Les he hablado del ciclo menstrual, algunas han escuchado mis charlas sobre este tema. Para mí el ciclo menstrual me ha ayudado a entender MI RITMO, que es único. ¿Para qué y qué tiene que ver con el gluten? Pues que al final todo se centra en cuidar tu intestino que influye en tantos procesos, y una vida llena de estrés constante, sin autoconocimiento, te mantendrá inflamada sin importar lo que comas. Es un estilo de vida y es holístico. Cuerpo, mente y espíritu están conectados. Propiciar un buen descanso, dormir las horas completas (suele ser complicado con niños pequeños, lo sé, aún estoy ahí), tomar agua, hacer algo para mí (ahora estoy fan de hacer yoga, en especial YIN YOGA), respirar conscientemente, meditar y todo lo que pueda apoyar mi bienestar para vivir a mi ritmo, sin agobios y disfrutando, es ganancia.

  9. Constancia y paciencia: ha sido un camino largo. Al inicio todo parece estar en desorden, pero ten paciencia. Inicia poco a poco, ve a tu médico, nutricionista, coach de nutrición y hábitos, lee, escucha tu cuerpo, comparte lo que sientes y lo que sabes porque siempre consigues más y más respuestas.


Las sensibilidades al gluten y a los productos lácteos son cada vez más frecuentes, y con razón. Están relacionadas con una serie de problemas de salud. Pero eso no significa que vivir con ellas sea un total fastidio; de hecho, puede ser todo lo contrario. Si entiendes el cambio que estás atravesando, podrás seguir disfrutando de unas comidas increíbles. Yo vivo así desde hace más de 5 años, ¡y me encanta porque me siento increíble! ¿Has tenido que dejar de consumir gluten o lácteos? ¿Cuáles han sido tus mayores retos? Comparte tus consejos en los comentarios.


Con amor,

Dayana.

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